Cuando el bienestar es cultura

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Estar bien es algo que todos queremos. A nadie le gusta estar mal, ni encontrase mal, ni estar a disgusto con los demás ni con uno mismo. De ser así, esa persona tendría un problema. Otra cuestión es que, de forma inevitable, en determinados momentos y circunstancias, el bienestar desaparezca y no nos encontremos como deberíamos o quisiéramos. En cualquier caso, el bienestar es ley y todos, tratamos de cumplirla.

Aunque al hablar de bienestar, por lo general, lo asociamos a nosotros mismos en nuestro día a día, en casa, con los amigos, en el trabajo… como algo natural y lógico dentro de la vida cotidiana. Sin embargo, el bienestar tiene su propia cultura. Por lo general, aplicada al entorno laboral. Esto implica que el trabajo sea algo positivo, nos guste y realicemos nuestras funciones con la mayor diligencia y satisfacción posible.

En la actualidad, la implantación de una cultura del bienestar, porque se implanta, conlleva muchos tipos de conocimiento en ciencias del comportamiento, sus disciplinas como la antropología, sociología, geografía… todas ellas, con un factor en común: estudiar el comportamiento de las personas a nivel individual y su desarrollo a nivel social. Vamos, lo que viene siendo el estudio de una cultura ya formada. Pero ahora, lo que se lleva es implantar una cultura que se base en el bienestar, lo que ayuda a definir y clarificar los valores y creencias de una organización y, por supuesto, de una sociedad.

Para la mayoría el bienestar es una cosa que se alcanza pero no se implementa; la cultura, algo que evoluciona y se adquiere pero tampoco, se fuerza. Ahora, parece ser que si aúnas cultura y bienestar, puedes implantar una cultura… al menos dentro del mundo empresarial o en grupos determinados. En este artículo, vamos a descubrir cómo es posible.

Una cultura con todos sus factores

Así debe ser. Una cultura se compone de numerosos aspectos que la conceden la personalidad que la caracteriza. Por lo que una cultura del bienestar, incluye diversos departamentos y conocimientos que van más allá de fomentar la salud de las personas y familias, dentro de las distintas organizaciones. Para muchos el bienestar reside en lograr la armonía a nivel físico, mental, emocional y espiritual, como nos explican desde Vidaes Oasis de Bienestar, un centro de bienestar donde ayudan a equilibrar la vida con herramientas como el pilates, yoga, masajes….

Para otros, consiste en la creación de políticas que posibiliten que los colaboradores se sientan valorados y cómodos en el trabajo, mediante una cultura de feedback (aparecen muchas culturas de repente), proporcionando flexibilidad horaria y facilitando la conciliación. Los salarios adecuados, sin brechas de género, la colaboración entre equipos, los recursos y equipos de protección individual adecuados, el apoyo a las acciones socialmente responsables y un largo etc.

De tal manera que una cultura de bienestar, pilates y meditación aparte, ayuda a cambiar actitudes arraigadas, creencias y comportamientos considerados egoístas. En una sociedad como esta en la que nos encontramos, tan capitalista, es necesario mejorar la consciencia a la hora de aportar más y mejor valor a nivel sociedad, siendo más humildes. Es decir ser más y tener menos. Trabajar en equipo y dejar el individualismo a un lado, alejándose del egocentrismo, es parte de lo que hay que asimilar para formar parte de una cultura del bienestar. Estos comportamientos y valores pueden ser cambiados y producir al mismo tiempo, una impacto en las organizaciones y empresas, a la vez que en la sociedad actual y futura.

Como cabe esperar, llegar al cambio, supone contar con un enfoque sistémico para abordar el cambio normativo necesario. Resulta indispensable establecer y fortalecer las directrices y normativas de la cultura del bienestar, a modo de objetivo para el cambio cultural desde la parte de las personas. De igual manera que la agricultura implica algo más que esparcir semillas por el campo, la conciencia y la influencia que puede desarrollar en las personas, la implantación de una cultura de bienestar, consiste en un proceso de cambio continuo. Proceso que requiere dar forma a los comportamientos de la sociedad actual y los futuros.

Existe una metodología desarrollada por The Human Resource Institute, LLC, que probó la implementación de una cultura del bienestar, basándose en el modelo System Normative. La fase uno cuenta como objetivo releer y comprender las normas actuales de la organización a culturizar, darles una vuelta y cambiarlas de manera que se adapten a la nueva cultura propuesta, desarrollando un liderazgo que apoye el cambio. La fase dos comparte y define la visión de la nueva cultura entre los componentes y en la fase tres, se revisan los programas, políticas y procedimientos con la finalidad de que estén alineados con el cambio normativo y cultural, para qué cale en las personas que forman parte de la organización. En la fase cuatro, se evalúa el cambio, se celebra la evolución y se plantean nuevos objetivos. Este círculo vicioso del cambio normativo, permite construir una nueva cultura del bienestar.

La importancia del liderazgo

La sociedad necesita líderes. Es un hecho incuestionable, como venimos demostrando desde tiempos remotos. Los líderes juegan un papel fundamental a la hora de que se cree una cultura del bienestar. Los pioneros en la creación y desarrollo de culturas que favorecen la salud y el bienestar de las personas, concluyen que los líderes, en el sentido empresarial, los equipos directivos o jefes, son imprescindibles.

De hecho son los que se ocupan de establecer la visión y prioridades de la nueva cultura, definiendo las iniciativas de bienestar a llevar a cabo. Por lo que elegir los líderes de las diferentes iniciáticas, es clave, puesto que serán los que se encarguen de ejecutar el proyecto y hacer que crezca de forma gradual.

Esto requiere un presupuesto para poder llevar a cabo cada iniciativa propuesta, por lo que los lideres deben establecerlo de manera previa. El equipo directivo, es el responsable del éxito que alcancen los demás equipos, como los gestores, operativos, comités… Las funciones clave de los líderes son cuatro:

  • Como embajadores de la cultura del bienestar, deben compartir la visión general con toda la organización, los objetivos del programa creado y a implantar, la importancia de su implantación y como puede y debe involucrarse la gente.
  • Debe ser un modelo a seguir, participar en el programa y llevando un estilo de vida saludable.
  • Alinearse con otros programas, políticas y procedimientos que sirvan de apoyo al bienestar de las personas, siendo coherentes con el programa propuesto.
  • Celebrar cada progreso tanto colectivo como a nivel individual.

En este sentido, amigos y compañeros cercanos pueden tener un impacto importante en el comportamiento de cada persona, incluso aquellos que viven en la distancia. Las personas suelen tener cambios de hábitos cuando sus compañeros los cambian. Si se trata de cambios saludables mejor, puesto que todos los comportamientos tienen un factor contagioso.

De ahí que sea conveniente la creación de comunidades, tanto a nivel laboral como social, en las que se fomente la salud y el bienestar. Dentro de una organización se pueden crear muchas comunidades que, proporcionen los recursos necesarios para fomentar dichos aspectos. Por ejemplo acudir a restaurantes, gimnasios, hacer rutas de ejercicios, voluntariado, formación en salud y bienestar, ofrecer clases dirigidas… Este tipo de recursos ayuda a crear una cultura del bienestar en todos los sentidos.

Una de las estrategias más efectivas para mejorar la salud de la población y controlar los costes médicos, derivada de los estudios llevados a cabo durante cuatro décadas, por la Universidad de Michigan, no es otra que la de seguir manteniendo saludables y sanas a las personas. Vaya un descubrimiento. Por lo que hay que ayudar a las personas sanas a que se sigan manteniendo sanas, sin olvidarse, por descontado, de que hay que ayudar igualmente a las personas que no se encuentren sanas, a mejorar su salud.

Para aumentar la participación en programas de salud y bienestar dentro de una empresa, la cultura del bienestar, cuenta con el potencial necesario para mejorar el compromiso, utilizando mecanismo a través de los que se convierten los estilos de vida saludables en prioridad. Ofreciendo tiempo, espacios y recompensas. Manteniendo comportamientos y acciones saludables como parte del día a día. Encontrarse en un clima cultural positivo, mejora la participación en las actividades, permite que las personas se lleven bien y confíen entre ellas.

En este tipo de culturas, los cambios de hábitos son duraderos y cuentan con una mayor tasa de éxito, lo que implica mayor interés en seguir alcanzando objetivos.

Para concluir, vamos a citar algunas de las costumbres comunes en las ciudades del mundo donde las personas son más longevas, felices y saludables: Cerdeña,  Loma Linda, Nicoya, Okinawa e Ikara.

  • Practica de ejercicio físico moderado de forma regular.
  • Afrontan la vida con calma y serenidad.
  • Tienen objetivos para moverse y avanzar día a día.
  • Comen alimentos de origen vegetal, poca carne y lácteos.
  • No fuman.
  • Comen poco y despacio.
  • Cuidan y fomentan los lazos familiares.
  • Colaboran en el bienestar de la comunidad.
  • Tienen una vida social activa.

En resumidas cuentas, existen muchas teorías y lecciones sobre la vida. Aunque implantar una cultura del bienestar, suena bien, parece una utopía.

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