Copiemos el modelo de vida de Finlandia: seremos más felices

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Cuando se habla de Finlandia, casi siempre escuchamos la misma frase: “es el país más feliz del mundo”. Y no lo dicen los finlandeses para presumir, lo dicen los rankings internacionales, como el World Happiness Report, que los coloca en lo más alto año tras año. Así pues, hay que hacerles caso, que de esto saben mucho.

La pregunta que surge es clara: ¿qué hacen ellos que no hacemos nosotros? Tal vez no se trata de copiar todo al pie de la letra, pero sí de aprender de su modelo de vida. Estamos acostumbrados a escuchar que como hace frío no son felices, pues bien, este tópico se cae por su propio peso.

Y es que, en Finlandia, la felicidad no significa estar riendo todo el día, sino vivir con tranquilidad. Muchas veces pensamos que por ser más risitas se es más feliz, y no es así. La felicidad no es contar chistes.

Por ejemplo, en tierras finlandesas, el silencio se respeta y no se ve como algo incómodo, sino como un espacio que viene muy bien para pensar y descansar. Este valor cultural se refleja en su ritmo de vida, algo que en las nuevas generaciones se está buscando mucho. Es decir, el tener menos prisa, menos ruido y más tiempo para uno mismo. Ahora mismo en España ya se busca no ganar tanto, no tener tanta responsabilidad en el trabajo, pero vivir más tranquilo.

Uno de los símbolos más claros de esa calma son las saunas. Y esto es algo que puedo contar en primera persona porque lo viví en un viaje que hice durante una semana. Casi cada casa tiene una, y forman parte de la rutina. Se trata de un lugar para relajarse, conversar con amigos o simplemente estar en paz. Es tan importante para ellos que incluso se cierran acuerdos de negocios dentro de la sauna, en un ambiente tranquilo. Aquí lo de las oficinas estresadas no se lleva como ocurre en España.

Hasta el punto me marcó esto de las saunas que en la casa que tengo en el pueblo, ya que en la de la ciudad no puedo, pues instalé una. Llamé a Saunas Luxe que me fabrican la típica sauna finlandesa a medida de máxima calidad en madera de Abeto. Además, me pusieron en la sauna un equipo eléctrico compuesto por un calefactor con piedras volcánicas, controlado a través de un cuadro de mandos instalado en el exterior de la misma. Así que como Dios.

Ahora bien, no todo en Finlandia es sauna, como en España no todo es flamenco y paella. Finlandia es también un ejemplo de justicia social. La diferencia entre ricos y pobres es mucho menor que en la mayoría de países. Esto no significa que todos ganen lo mismo, sino que la distribución de la riqueza es más justa y que existe un sistema fuerte de protección social.

La gente confía en sus instituciones, porque funcionan. Algo que aquí no se puede decir ni por asomo. Los impuestos son altos, sí, pero los ciudadanos saben que ese dinero se transforma en educación de calidad, salud universal y servicios públicos eficientes. No existe la sensación de que el esfuerzo de uno se pierde en corrupción o mala gestión. Vamos que igualito de lo que pasa en España que estamos hartos de casos Koldos, Abalos y Begoñas.

Educación

Asimismo, uno de los pilares de la felicidad finlandesa es su modelo educativo. Las escuelas no están obsesionadas con exámenes ni con rankings. Se enfocan en enseñar para la vida, no solo para aprobar pruebas. Los niños empiezan la escuela más tarde que en otros países, tienen menos deberes y más tiempo de juego.

Economía

Finlandia también demuestra que una economía próspera puede ser compatible con el bienestar social. Su modelo no se basa en competir por salarios bajos, sino en innovación, sostenibilidad y valor añadido. La tecnología, el diseño y la industria forestal son motores de la economía, pero sin descuidar el medio ambiente.

El país está lleno de bosques y lagos, y los finlandeses conviven con la naturaleza de forma respetuosa. Existe incluso un concepto llamado “everyman’s right”, que garantiza a cualquier persona la libertad de disfrutar de la naturaleza, acampar o recoger frutos silvestres en terrenos que no son suyos, siempre con respeto. ¿Qué te parece?

Tengo claro que si copiáramos un poco de su modelo, es decir, su calma, su igualdad, su amor por la naturaleza, probablemente descubriríamos que la felicidad no depende tanto de lo que nos falta, sino de cómo organizamos lo que ya tenemos. ¿Te gustaría ser finlandés?

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