En los últimos años están surgiendo cambios en la actividad turística que han generado la aparición de nuevos destinos que dan respuesta a la actual demanda. Así, han surgido nuevos destinos alejados de los tradicionales de sol y playa o los clásicos culturales debido a que los turistas buscan nuevas experiencias. De esta forma, surgen diferentes simbiosis entre las que se encuentra el enoturismo, que engloba el vino y el turismo enmarcado en la tendencia gastronómica.
Diversos estudios indican que la gastronomía y el vino pueden ser, y ya son, el principal motivo para visitar una determinada región y no ser necesariamente una segunda (o complementaria) actividad del viaje como se creía hace unos años.
Y es que el enoturismo ofrece a los turistas una completa experiencia que pasa por la gastronomía y los sentidos, pero que además permite conocer la historia, la cultura y la tradición de la región vitivinícola.
La Asociación Española de Enoturismo (AEE) define el enoturismo como: “Modalidad de turismo basada en desplazamientos a entornos vinícolas, con el propósito de conocer, disfrutar y compartir experiencias en torno a la Cultura del Vino”. Además, esta definición fue enviada a la Real Academia Española para la inclusión del término en el diccionario, una propuesta que se encuentra en proceso de valoración desde el año 2016 y que todavía no se ha incluído.
· ¿Cómo son los enoturistas?: el perfil de este tipo de turista
La Asociación Española de Ciudades del Vino a través del Observatorio Turístico de las Rutas del Vino de España elabora un informe anual que permite conocer mejor a las personas que visitan las Rutas del Vino españolas y en definitiva, permite desarrollar un perfil del enoturista en España.
El último informe publicado que hace referencia al perfil del enoturista con datos de 2020 refleja que el turismo del vino en España se comporta como una modalidad turística de escapada (2,41 días de estancia media) cuyo gasto total por estancia asciende a 390,54 euros. Hay que destacar que el gasto medio diario es de 162 euros, una cifra muy alta en comparación con otros tipos de turistas.
Los enoturistas predominantes son nacionales (73,79%) y comprenden edades entre los 36 y 45 años (32.5%). En cuanto a sexos, existe leve presencia superior de mujeres (57,2%) respecto a hombres (42.8%). Asimismo, los turistas del vino suelen viajar en pareja (45%) o en grupo (30%) con una media de grupo de 6,4 personas y la relación mayoritaria con el mundo del vino se definiría como aficionados (40.2%), es decir, que conocen ciertas características del producto y su cultura. Mientras que el 22,7% se consideran principiantes y solo el 20.8% son apasionados al caldo de uva.
· Oferta enoturística en España
En España se dan las bases idóneas para que el enoturismo se convierta en un motor económico, tal y como afirma la Asociación Española de Enoturismo (AEE), gracias a la importante cantidad de turistas que recibe nuestro país cada año y porque somos uno de los principales productores mundiales de vino. No obstante, a juicio de esta asociación el enoturismo en España aún no es suficientemente conocido internacionalmente. Está todavía en proceso de alineación de tendencias, de posicionamiento y estrategia, careciendo así de la presencia relevante en mercados exteriores que corresponde a un país que lo tiene todo para estar a la cabeza del enoturismo mundial.
· Calidad de los vinos españoles
Y no solo España podría ser un destino enoturístico de referencia a nivel mundial porque recibe a un número considerable de turistas cada año o ser uno de los principales productores de vino a nivel mundial. Sino por la calidad de los caldos españoles y de todos los aspectos y especialistas que intervienen en su elaboración. Desde el campo a la mesa.
En España existen un total de 90 Denominaciones de Origen Protegidas del vino, entre las que se incluyen Vinos de Pago (14), que proceden de un pago con microclima diferente al de su entorno, y Vinos de Calidad (6), la producción y elaboración se debe realizar en una zona geográfica, así como las uvas deben proceder del área. Es importante indicar que para recibir la distinción de Denominación de Origen (DO) una zona debe contar con al menos cinco años con la categoría de Vino de Calidad, por lo que podría considerarse el paso previo.
Asimismo, hay registradas un total de 42 IGPs (Indicación Geográfica Protegida), también denominados Vinos de la Tierra, que indican que la calidad, reputación u otras características específicas del vino son atribuibles a su origen geográfico. No obstante, su normativa es menos exigente que las Denominaciones de Origen.
Una calidad de los vinos que se demuestra en estas certificaciones y que se debe a multitud de factores diferentes que van desde la tierra, el clima o el proceso de recolección y el amplio conocimiento de los viticultores y las empresas del sector sobre el mejor cuidado de las plantas. “En nuestro país contamos con gran experiencia en el cultivo de la vid y grandes viticultores. En nuestro caso como vivero también trabajamos para ofrecer el mejor producto posible a través de nuestros injertos, mejorando continuamente las cepas. Así como actualmente estamos apostando por la sostenibilidad medioambiental y contamos con especímenes aptos para plantaciones ecológicas y biológicas”, explican desde Plantvid, vivero de plantas de viña y vid.
En definitiva, en nuestro país contamos con todos los aspectos necesarios para convertirnos en un referente en el campo del enoturismo a nivel mundial. Y es que nuestros vinos tienen una gran calidad, recibimos a multitud de turistas de todas las partes del mundo y la calidad de los caldos no sólo se encuentra en una región concreta, todas las Comunidades Autónomas tienen vinos de altísima calidad.
Además, esa calidad se ve en todo el proceso de elaboración, desde las cepas, pasando por el cultivo, la recolección, la elaboración de vino en las bodegas hasta los restaurantes en los que se pueden degustar los caldos.